"Estamos embarcados...." como decía Pascal. No hay modo de salirse del juego. Tampoco hay modo de refugiarse en el pasado. Resultado: nos sumimos en el pensamiento mágico y creemos que con decir que "no" y mandándoles que estudien erradicaremos el fracaso escolar. ¿A dónde iremos a parar así? A un desafío constante, a un conflicto permanente entre voluntades que se enfrentan tratando de que la otra ceda. A una escalada inevitable de la violencia, tanto de los individuos como de las instituciones, en un dramático círculo vicioso.
Sin proyecto educativo común, sin visión del hombre y de la sociedad futura, sin promesa de un porvenir posible que dé sentido al presente, la educación es un fracaso. Reducida a una tarea de normalización, nos condena a oscilar sin fin entre la represión y la culpabilidad, el rechazo y la idealización de nuestros hijos, la contención de sus pulsiones y la satisfacción de sus caprichos.
Lo anterior, reproduce el final del libro que os recomiendo. Para formar parte del proyecto educativo común, TODOS, podemos leer y decidir si con nuestra educación podemos contestar tranquilos a estas dos preguntas: una ¿ qué mundo vamos a dejarles a nuestros hijos? y la otra: ¿qué hijos vamos a dejarle al mundo?
Una obra de gran calado pedagógico y humanista. Un manual, no frecuente, para compartir padres y educadores.