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sábado, 9 de enero de 2010

"Mal de Escuela" de Daniel Pennac

Me había resistido, desde hace un año, a leer el libro de Pennac. Ví tantos montones de "mal de escuela" en las librerías de los aeropuertos a finales de 2008 que se me atragantó. Pero estas vacaciones de Navidad iba en mi mochila lectora. Sigo sin entender el éxito masivo de lectura ¿? aunque entienda el de ventas. El título vende. No me ha decepcionado en general, pero bien es verdad que no es un libro fácil de leer y menos de entender si no se pertenece al ámbito educativo y con un pensamiento "afinado". Por lo tanto, recomiendo su lectura a unas/os pocos que quieran encontrar el refuerzo a su osadía educativa (por ejemplo mis compañeras del Departamento de Orientación).

Para ahorrarse toda la lectura transcribo a continuación las que me han parecido unas perlas literario-educativas:

¿Todo cambia? ¿no cambia? Seguro que lo que no cambia es el dolor compartido del zoquete, sus padres y sus profesores, la interacción de esos pesares de escuela.

Nuestros "malos alumnos" (de los que se dice que no tienen porvenir) nunca van solos a la escuela. Lo que entra en clase es una cebolla: unas capas de pesadumbre, de miedo, de inquietud, de rencor, de cólera, de deseos insatisfechos, de furiosas renuncias acumuladas sobre un fondo de futuro condenado. Miradlos, aquí llegan con el cuerpo a medio hacer y su familia a cuestas en la mochila. En realidad la clase sólo puede empezar cuando dejan el fardo en el suelo y la cebolla ha sido pelada. Es difícil de explicar, pero a menudo solo basta una mirada, una palabra amable, una frase de adulto confiado, claro y estable para disolver esos pesares, aliviar esos espíritus instalados en un presente rigurosamente indicativo.
Cada alumno toca su instrumento no vale la pena ir contra eso. Lo delicado es conocer bien a nuestros músicos y encontrar la armonía. Una buena clase no es un regimiento marcando el paso, es una orquesta que trabaja la misma sinfonía. Y si has heredado el pequeño triángulo que solo sabe hacer ting ting, o el birimbao que solo hace bloing, bloing, todo estriba en que lo hagan en el momento adecuado, lo mejor posible, que se conviertan en un triángulo excelente, un birimbao irreprochable y que estén orgullosos de la calidad que su contribución confiere al conjunto. Puesto que el gusto por la armonía les hace progresar a todos, el del triángulo acabará también sabiendo música, tal vez no con la misma brillantez como el primer violín, pero conocerá la misma música.
- El problema es que queremos hacerles creer en un mundo donde solo cuentan los primeros violines.
Una pausa:
- Y que algunos colegas se creen unos Karajan que no soportan dirigir el orfeón municipal. Todos sueñan con la Filarmónica de Berlín, lo que es comprensible...

* ¿Sabes la diferencia entre un profesor y una herramienta? ¿no? Pues que al mal profe no lo puedes reparar.

* Estadísticamente todo se explica, personalmente todo se complica.

* En este mundo hay que ser demasiado bueno para serlo bastante (de Marivaux en el juego del amor y el azar).

Editorial Mondadori 2008

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